viernes, 8 de junio de 2012

Qué hacer en las salas de espera.



¿Se han preguntado alguna vez qué hacer en las salas de espera?

Sé que puede parecer algo obvio e intrascendente, pero les pido por esta vez que no me cuestionen y piensen por un momento en qué es lo que hacen en este tipo de salas.

Es decir, entiendo que se espera, eso está claro, pero me refiero a la forma… al cómo se espera en aquellos espacios y sobre todo a qué es lo que se espera.

Porque claro, no es lo mismo esperar para un trámite bancario, que esperar el llamado de un médico para interpretar el examen del que depende nuestra vida… y claro, supongo que necesitamos ciertas instrucciones para desenvolvernos en esas situaciones, de la forma más adecuada.

Así, me gustaría señalar en primera instancia, que cualquier acción que consista en evadir la espera, equivale simplemente a una no-espera, y por tanto, no debe ser considerada como una forma correcta de afrontar esos momentos.

Por esto, queda descartada toda idea de leer un libro, avanzar en algún trabajo, entretenerse rellenando un puzle o refugiarse en algún elemento o juego tecnológico… y es que eso no es esperar, sin duda, y nos aleja por tanto de aquello que nos convoca.

Ahora bien, despejadas esas acciones evasivas, creo que debemos comprobar que aquello que entendemos por espera, sea una y la misma cosa.

¿Lo han pensado ustedes? ¿Tienen claro qué es esperar y qué se espera?


Pues bien, me aventuro a decirles que no observo diferencia entre el esperar y el tener esperanzas de que algo ocurra; por esto, además de esa observación, creo que para esperar correctamente debemos, ante todo, clarificar qué es lo que deseamos, y solo entonces, comenzar la espera.

Y claro, puede parecer algo redundante, pero lo cierto es que la verdadera espera solo puede suceder cuando sabemos exactamente qué esperamos, y comenzamos entonces a llamarlo silenciosamente, con nuestra voluntad, mientras lo hacemos.

¿Es la espera, entonces, un llamado?

Sí. Creo que sí. Al menos desde mi perspectiva.

Por esto, considero que la espera pasa también a ser un acto de cual debemos hacernos responsables. Es decir, debemos limitarnos a esperar aquello que nos es realmente necesario, y para esto, debemos, ante todo –y aunque suene cursi-, conocernos lo suficiente como para saber que es aquello que debiésemos esperar.

Y entonces, finalmente, -dirá el lector concreto que ha soportado hasta acá estas palabras-, ¿qué debemos hacer en las salas de espera?

Y yo resumiré con gusto:

1. Buscar en nosotros mismos e identificar aquello que necesitamos.

2. Esperar exclusivamente aquello que necesitamos, olvidándonos de la posibilidad lógica de que eso ocurra.

3. No dejar de esperar, llamando con nuestra actitud, aquello que identificamos en el punto 1.

Por último, me gustaría señalar que los tiempos de espera, para cubrir nuestras verdaderas necesidades, pueden llegar a ser extensos, por lo que pensar que la sala de espera es necesariamente una sala de espera concreta, sería caer en la ingenuidad más básica.

Y claro, es cierto que a veces ingenuidad enternece, pero no es el caso.

4 comentarios:

  1. Mmmm... es extraño el punto 2 ¿Esperar sabiendo que no va a suceder? Como que se contradice un poco... Eso ni siquiera es tener esperanzas...

    Mmm... Yo creo que hay "cosas" en la vida que hay que sentarse a esperarlas, más por estar atento a que no se nos escape o arruine, que por otro motivo. Y otras que no, donde el sentarse a esperar no tiene injerencia en el resultado.

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  2. No es sabiendo, es olvidándonos que racionalmente quizá no pueda ocurrir... manteniendo las esperanzas, de hecho, a partir de ese olvido.
    saludos.

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  3. Entonces es como la fe.

    =)

    Saludos Señor Vian.

    PD: Estoy obsesionada con la idea de leer crónica del pajaro que da vueltas al mundo.

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  4. Hay muchos a los que no les gusta. Yo lo encuentro un libro de un armado más delicado de lo que aparenta... y con algunos capítulos magníficos... Ojalá le vaya bien con aquello...

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