I.
Como no tiene sentido seguirlo, busco una silla,
unas cervezas y me siento a esperar que regrese al punto de partida.
Y claro: es innegable que es rápido el hueón.
Tanto que recién a la sexta carrera él se da cuenta
que estoy ahí, a un costado.
Luego, a la novena, me pregunta quién soy y a la duodécima
me dice que parará en unos minutos, por si quiero decirle algo.
Diez minutos después se detiene a un costado y sin
esperar preguntas, o saludos, comienza a hablar.
-¿Sabes? –me dice-. Cuando corro existe un mínimo
momento… una fracción de un mínimo momento, en que siento que me he dejado
atrás… y que soy otro.
-Ya –digo yo, por decir algo.
-Es un momento pequeñito y se va de inmediato –me explica-,
pero es mejor que nada y que estar quieto, siendo uno.
Entonces, justo cuando iba a comentar algo sobre
sus palabras, Usaín vuelve a entrenar y se lanza a correr nuevamente,
desapareciendo en un instante.
Así, entendiendo que pasará otro momento antes de
que vuelva a detenerse, saco una segunda cerveza y un libro de Auster, para
esperarlo.
Alcancé a avanzar apenas unas páginas cuando sentí
que él me hablaba, nuevamente.
-Yo también leo –me dijo-. Lectura veloz, claro.
Yo asentí.
-Lo malo es que a veces topo con palabras que no
comprendo –continuó-, y es como si uno tropezara y la pista tuviera un bache.
-¿Un bache? –alcancé a preguntar.
-Sí –me contestó, justo antes de volver a
entrenar-. Un bache.
Así, como supondrán, sucedió entonces que abrí una
nueva cerveza, y esperé pacientemente hasta que él volvió a pararse junto a mí.
-Estuve pensando mientras corría –señaló-, y llegué
a la conclusión de que la vida también tiene baches.
-Excelente conclusión –lo alenté.
-Y es peligroso correr cuando hay baches –continuó-.
Es decir, supongo que la velocidad no es la herramienta más efectiva en la vida…
-No –alancé a decir, y él volvió a correr.
II.
Para ahorrarles tiempo, diré que la situación se
repitió unas cuantas veces más.
No sé cuántas con exactitud, es cierto, pero las
suficientes como para que yo tomara las doce cervezas que tenía y quedara algo
borracho.
Y claro, mentiría si digo que recuerdo con
exactitud todo lo último que hablamos, pero estoy seguro que Usaín nombró a
Anaxágoras y a Perséfone, como así también se refirió a Asturias y a una
composición de Berg… aunque no recuerdo para qué.
Lo que sí recuerdo, sin embargo, fue que Bolt me
preguntó finalmente si corría, y me propuso una carrera de 200 metros planos en
reversa.
-Si ganas puedes contar que me venciste, en tu blog…
-me dijo.
-Si pierdo también puedo poner que te gané, y nadie
sabrá la diferencia –le contesté.
Y claro, lo cierto es que ustedes nunca sabrán, realmente,
lo que ocurrió en esa carrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario