lunes, 4 de junio de 2012

Vian y Usaín Bolt.



I.

Como no tiene sentido seguirlo, busco una silla, unas cervezas y me siento a esperar que regrese al punto de partida.

Y claro: es innegable que es rápido el hueón.

Tanto que recién a la sexta carrera él se da cuenta que estoy ahí, a un costado.

Luego, a la novena, me pregunta quién soy y a la duodécima me dice que parará en unos minutos, por si quiero decirle algo.

Diez minutos después se detiene a un costado y sin esperar preguntas, o saludos, comienza a hablar.

-¿Sabes? –me dice-. Cuando corro existe un mínimo momento… una fracción de un mínimo momento, en que siento que me he dejado atrás… y que soy otro.

-Ya –digo yo, por decir algo.

-Es un momento pequeñito y se va de inmediato –me explica-, pero es mejor que nada y que estar quieto, siendo uno.

Entonces, justo cuando iba a comentar algo sobre sus palabras, Usaín vuelve a entrenar y se lanza a correr nuevamente, desapareciendo en un instante.

Así, entendiendo que pasará otro momento antes de que vuelva a detenerse, saco una segunda cerveza y un libro de Auster, para esperarlo.

Alcancé a avanzar apenas unas páginas cuando sentí que él me hablaba, nuevamente.

-Yo también leo –me dijo-. Lectura veloz, claro.

Yo asentí.

-Lo malo es que a veces topo con palabras que no comprendo –continuó-, y es como si uno tropezara y la pista tuviera un bache.

-¿Un bache? –alcancé a preguntar.

-Sí –me contestó, justo antes de volver a entrenar-. Un bache.

Así, como supondrán, sucedió entonces que abrí una nueva cerveza, y esperé pacientemente hasta que él volvió a pararse junto a mí.

-Estuve pensando mientras corría –señaló-, y llegué a la conclusión de que la vida también tiene baches.

-Excelente conclusión –lo alenté.

-Y es peligroso correr cuando hay baches –continuó-. Es decir, supongo que la velocidad no es la herramienta más efectiva en la vida…

-No –alancé a decir, y él volvió a correr.


II.

Para ahorrarles tiempo, diré que la situación se repitió unas cuantas veces más.

No sé cuántas con exactitud, es cierto, pero las suficientes como para que yo tomara las doce cervezas que tenía y quedara algo borracho.

Y claro, mentiría si digo que recuerdo con exactitud todo lo último que hablamos, pero estoy seguro que Usaín nombró a Anaxágoras y a Perséfone, como así también se refirió a Asturias y a una composición de Berg… aunque no recuerdo para qué.

Lo que sí recuerdo, sin embargo, fue que Bolt me preguntó finalmente si corría, y me propuso una carrera de 200 metros planos en reversa.

-Si ganas puedes contar que me venciste, en tu blog… -me dijo.

-Si pierdo también puedo poner que te gané, y nadie sabrá la diferencia –le contesté.

Y claro, lo cierto es que ustedes nunca sabrán, realmente, lo que ocurrió en esa carrera.

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