El secreto más fino.

“La vida es el secreto más fino.
Mientras esta perdure, todos debemos susurrar”.
E. D.

Nada ha de decirnos la vida.

Esa es la verdad.

Pero mentirse es fácil.

Además, de esa forma,
no tenemos la obligación
de buscarla nosotros mismos.

Así,
encontramos hermosa la quietud
y el silencio
y pensamos incluso
que la contemplación nos engrandece…

¡Cuántas mentiras!

La verdad no llega
por sí sola.

¡Qué fácil sería
si así fuese…!

Y es que si hay que susurrar,
hagámoslo solo
en relación a las falsas creencias
y a todos esos afectos tibios
que adormecen.

Que todo lo demás sea grito.

Que nuestras acciones sean gritos.

Y que nuestra desesperación
sea el alimento
de un mundo nuevo.

Y es que toda esa vida nueva…
toda esa verdad
que supuestamente ha de venir a hablarnos
cuando estemos en silencio,
no podrá llegar nunca
mientras no demos muerte
al mundo viejo.

Tomen entonces el martillo.

Busquen una hoja filosa.

¡Ábranle el pecho al mundo viejo
y comprueben que no existe
corazón alguno…!

En otro momento habría dicho otra cosa,
es cierto,
y hasta habría encontrado hermoso
lo que dice el epígrafe allá arriba,
pero hoy comprendo que hay un error imperdonable
en la estética de la tibieza.

Y es que nada ha de decirnos la vida,
finalmente.

Esa es la verdad.

Pero mentirse es fácil.