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"La verdad tiene que deslumbrar gradualmente
o todo hombre será ciego"
Emily Dickinson
Hay quienes cuentan de un ruido en la vida de todo hombre. Un pequeño ruido, generalmente nocturno, similar al de una articulación del cuerpo, o al de una rama quebrándose.
La naturaleza física de este ruido, por tanto, no es distinta al de muchos otros. No hay una intensidad fuera de los parámetros comunes y digamos que el ruido tampoco sorprende a quien lo escucha debido a su timbre, o naturaleza.
Sin embargo, el ruido al que aquí me refiero suele tener consecuencias para quien lo escucha, sutiles cambios de los que no siempre solemos ser conscientes, y que pueden cambiar las cosas así como si de un momento a otro pasásemos a ver un color que antes no habíamos notado, y éste llegase entonces a ser parte de nosotros y de nuestro mundo.
Pensemos por ejemplo en V. Él esta acostado junto a su mujer y no sabe bien si está durmiendo. Por eso se da vueltas en la cama y le da la espalda a ella, mientras espera quedarse dormido.
Y mientras el mundo de V está ahí -es cierto, está oscuro y no se ve, pero qué diablos, él sabe que está ahí-, V escucha este ruido. Ese como el de una de sus articulaciones, o como de una rama quebrándose.
V se da unas vueltas entonces en la cama y piensa por un momento en aquel ruido, y como el sueño parece haberse ido por completo y además una sutil inquietud comienza a darle vueltas allá adentro -justamente en ese adentro que a V le incomoda sentir hasta el punto de hacerlo despertar-, V decide levantarse, y revisar las cosas: ver si todo está en su sitio.
V entonces sale de la pieza y piensa en revisar el auto, ver si aún está ahí, en el garage... pues ese extraño presentimiento parece tomar la forma de algo que le falta, algo así como un vacío del que V ha comenzado a hacerse consciente, y la situación le incomoda, por supuesto.
Luego, como el auto está y el sueño no llega y esa sensación extraña no lo abandona, V se decide por un cigarro. Un cigarro en medio del jardín, se dice, y, mientras lo enciende, le da vueltas a la frase, como si hiciera volutas de humo con ella, y la viera escribirse ahí, en medio de la noche.
Un cigarro en medio del jardín, repite. Un cigarro en el jardín, justo antes que amanezca.
Y como V se da cuenta que su frase es cierta -y que una extraña luz ha comenzado a inundar el lugar-, se olvida por un momento para qué ha encendido su cigarro, y, mientras éste se consume, V siente por un momento que algo se consume también, junto al cigarro.
¿Qué habra sido ese ruido?, piensa entonces V. ¿Lo habrá escuchado ella?
Y es entonces como si el ruido aquel fuese algo que los hiciese irremediablemente distintos a él y a su esposa, como si el ruido aquel hubiese venido a instalarse entre ambos como una distancia nueva... una distancia que si bien opera en ambos sentidos es a él, unicamente, a quien ha movido, a quien ha sacado de lugar.
¿Habrá estado realmente dormida? piensa V. ¿Habrá estado dormida o se habrá despertado ahora y aún no se percata que no estoy a su lado?
Esta y otras cosas se pregunta V, con una tranquilidad extraña, como si luego de ese ruido él fuese capaz de responderse sus propias inquietudes, y fuese capaz también, de fabricar su propio amanecer.
Se apoya entonces V en una de las paredes de la casa y comienza a ver como sale el sol. Escucha a los pájaros y hasta se da cuenta de un nido que hay sobre uno de los árboles del vecino y del que nunca antes se había percatado.
Y es que el ruido, podríamos pensar entonces, ha llevado a V a este nuevo estado. A este amanecer. Al día único en que el hombre aprende a decir las cosas por su nombre y descubre un nuevo color, y hasta entiende realmente lo que son las cosas.
V comienza entonces a percatarse que ha sacado algo similar al piloto automático de su vida, y que debe aprender a maniobrar rápidamente si no quiere estrellarse sin más.
E igual que hace un piloto cuando decide aterrizar de emergencia y busca un lugar solitario y alejado de todos, V se atreve por fin y abre el portón del garage, sin mirar atrás.
Quien lo hubiese visto caminar por el medio de la calle, alejándose del hogar, y a esas horas... jamás habría pensado que todo fue a raíz de un simple ruido, a no ser que, justamente en ese momento, al verlo pasar, lo hubiesen también escuchado.
le dejo un regalo musical
ResponderEliminarpara leer con música de fondo.
http://www.myspace.com/fffzzz
y a propósito de ruido...
http://www.myspace.com/jorgehreinum
para la ocasión póngale oreja particularmente a "la vida gris" y "terror democracia".
pero póngale oreja!!!
disfrute el regalo.
a todo esto, me agradó la cita que hizo de Dickinson.
ResponderEliminarme gusto su relato... un ruido, ummm
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