martes, 28 de septiembre de 2010

¡Puta que es fea Patricia Highsmith!


¡Puta que es fea Patricia Highsmith! Y no me vengan con eso de que algo bonito tendrá, o que con copete, o la excusa que sea. Tampoco me miren como si fuera alguien frío o superficial, porque les aseguro que ninguno de ustedes le tiene tanto cariño como yo, pero… ¡puta que es fea!

No es que yo me crea un Adonis ni nada, -a la hora de evaluarme estéticamente les aseguro que yo mismo me coloco la más baja calificación-, pero el punto es otro aquí. Un punto al que intento acercarme con otras palabras menos bruscas y todo, pero… ¡puta que es fea!

De hecho, si alguien se pregunta por qué hablo de ella en presente, siendo que falleció ya hace varios años, la única respuesta posible es que su fealdad es inmortal, y que verla es sentir que aquella fealdad vive, respira casi en cada una de sus arrugas, en los surcos de su rostro, en sus manos de reptil, y hasta en su cara de ogro –y de ogro feo-.

No sé si habrá sido consciente o no de esto, y, por supuesto, supongo que no le importó demasiado –aunque se cuenta que mandó a cambiar las fotos de la contraportada en más de una ocasión-, de hecho, no sé si dio cuenta que cuando filmaron Bota a mamá del tren –basada tangencialmente en una de sus novelas-, no hicieron sino reproducirla en la figura de la madre aquélla a quien Danny de Vito quería ver muerta.

Lo bueno de todo esto, sin embargo, es que no se le recuerda por su fealdad, sino por ser una escritora increíble. Genial cuando tomaba la voz de un personaje desquiciado o con cierto tipo de trastorno... y al construir tramas increíbles que solían encerrar algo que sobrepasaba con creces a lo que se entendía por novela policial, negra, o de intriga.

Y es que la escritura de la Highsmith es algo superior… lo dejó establecido desde temprano en algunos de sus cuentos y en novelas de la altura de El diario de Edith, El talentoso Mr. Ripley o El amigo americano, por nombrar sólo algunas.

Su personaje de mr. Ripley, por lo demás, y los constantes cuestionamientos que en él se reflejan sobre el bien y el mal, el castigo, o la amoralidad, no hacen sino demostrar que su arte era un arte superior y que cualquier intento por clasificarla o vender sus novelas como novela negra u otra clasificación, sólo reducen su potencial, su valía literaria: su negada trascendencia.
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Y es que era tan fea -porque puta que era fea-, que supongo que el Dios ese o el ser que reparte los atributos -don ADN por último-, la compensó por otro lado.

Un lado que le permitió reformular los conceptos de belleza y fealdad en relación a las acciones que realizamos y que anuló al mismo tiempo toda coordenada y parámetros de comportamiento a partir de los cuales juzgar a sus personajes.

Respecto a las películas que se han hecho sobre sus libros -las que conozco al menos- poco que aportar en verdad. Y es que poco también la engrandecen al tratar de asociarla a un género determinado, donde su genio no cabe y donde no se le termina de hacer justicia.

Ahora bien, es cierto, Extraños en un tren (Hitchcock) es una muy buena película, pero la adaptación del guión por parte de Chandler y el "triunfo de los buenos", cambia totalmente el sentido original y disminuye -y hasta anula- su verdadera propuesta.

A pleno sol, con la actuación de Delon quizá le haya hecho un poco más de justicia y hasta las últimas de Mr. Ripley, pero siento que siempre ha habido algo que se ha dejado afuera de los films y que está presente en los libros de la Highsmith, algo que es inabarcable y que atraviesa varios géneros o estilos particulares.

Lo mismo sucede por ejemplo con El amigo americano, que en su versión de Wenders -si bien es una excelente película- deja gran parte de la profundidad del personaje fuera del metraje. O incluso la versión de Liliana Cavani -que me atrae mucho como film, más que la de Wenders incluso-, pero que centra su principal atractivo en la excelente interpretación de John Malkovich, abandonado otros ámbitos de la narración original.

Como sea, desconozco lo que la propia Highsmith habrá pensado sobre ellas, y hasta si le agradaba o no su catalogación como escritora de novela negra, policial o de intriga. Poco he leído de ella más allá de sus libros y poco he visto de ella más allá de las distintas fotos en la contraportada de sus libros... y es que era tan fea... que supongo temí encontrarme con más fotos, o con historias desdichadas, o hasta imágenes de ella cuando bebé, o graduándose, o todas esas oportunidades donde se enfoca el rostro directamente, y que en su caso, no auspiciaba, por lo mismo, nada bueno.

Con todo, recuerdo que una de las fotos de la contraportada me enterneció sobremanera... y es que en ella, recuerdo, parecía un ogro triste. Inofensivo y bondadoso escribiendo sobre personajes que saben todo sobre sí y, por lo mismo, aprenden -de una forma quizá demasiado directa-, que no hay distancia entre ellos y los otros y que las acciones de un hombre son en verdad las mismas que puede llegar a cometer cualquier otro, y que no pueden, por tanto, (dichas acciones) ser realmente cuestionadas.


Y sí, era fea Patricia Highsmith... tan fea que enternece y hasta dan ganas de cambiarle la cara como a esas figuras de goma rellenas de masa y que le puedes dar la forma que desees... Tan fea que hasta resulta diferente... y hasta dan ganas de abrazarla como al peluche feo de una tienda, ese que nunca se vende y que se va llenando de polvo, y que de pura ternura -o de pena- termina alguien por llevárselo a su casa.

Pero es que eray fea, viejita linda... ¿y sabes? te agradezco haberlo sido, porque así no hubo nunca dudas respecto a las razones que me llevaron a admirar tu escritura, a maravillarme con ella, y hasta a pelear en más de una ocasión por decir que eras una de las más grandes, cuando lo único que estaban dispuestos a admitir los otros es que eray una de las más feas...

Si po viejita linda, carita de animal, piel agrietada y reseca... me sorprendiste con ese otro talento, esa distancia de los otros, esa misoginia extraña que era en verdad amor disfrazado... me sorprendió tu inteligencia, gorilita, los laberintos de tus personajes, y hasta el afecto que parecías tenerles al no dejar que nadie los cuestionase y pudiese llegar a juzgarlos...

Ewook de metro setenta, Ferby nunca vendido... viejita linda... eslabón perdido... déjame que exagere incluso pa sentirte más linda, pa poder pensar que no eray tan fea y hasta sorprenderme encontrando un brillo en tus ojos o un trozo de piel tersa... que de pronto descubra...

¡¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!!

¡No me lo van a creer!

La Highsmith acaba de venir y me ha hecho callar de un sólo golpe... de una sola imagen... y lo peor es que no tengo tiempo para reescribir la entrada, pues debo hacer una prueba para mañana y...

Y es que buscando la imagen esa de ella feíta y tierna que me encontré alguna vez en una contraportada, descubro unas fotos de la Highsmith joven... bella y... bueno ahí les va una...
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Qué sorpresa, viejita... que linda sorpresa.

Pero acuérdate que yo te quise feíta... como un ogrito tierno... y hasta te prefiero así... para abrazarte sin que nadie te dispute, y supieras que mi abrazo llegaba por otras razones...

Viejita fea... te prefiero recordar así... ayúdame a olvidar esa belleza que ven todos y quedarme con la otra...
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Viejita fea... linda para mí...
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Verdaderamente hermosa...

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