domingo, 30 de junio de 2024

De una primera a una segunda imagen.


I. Construyendo una primera imagen.

Supongamos que F. está a solas, en su cuarto.

Una habitación que se encuentra en el segundo piso de su casa.

Imaginemos un lugar relativamente amplio, limpio y hasta cierto punto ordenado, que F. no solo utiliza para dormir, sino que también tiene un escritorio donde acostumbra trabajar.

Y claro, tiene ventanas en los dos costados que dan al exterior, una de las cuales se encuentra abierta, para ventilar el lugar.

F. de hecho, está junto a esa ventana, doblando algunas ropas que lavó el día anterior.

Ahora bien, tras visualizar lo anterior, les pido a usted, como lector, que acepte sin reparos lo que sucederá a continuación.


II. Lo que debe aceptarse sin reparos.

Ocurre entonces que, por la ventana abierta del cuarto de F., entra de pronto un ángel.

Entra volando brusca y torpemente, por cierto, igual como lo hubiese hecho un pájaro que hubiese entrado en el cuarto, por error.

Y es que, de esta misma forma, el ángel pasa a estrellarse con los muros y con la otra ventana que probablemente creyó abierta.

F., asustada, mirando apenas, trata entonces de abrir un poco más la primera ventana, para que el ángel pueda salir, justamente por donde entró.

Esto último es lo que sucede, ciertamente, poco después, por lo que F. vuelve ahora a estar a solas en su cuarto.


III. Construyendo una nueva imagen.

F. ha optado por cerrar las ventanas de su cuarto.

Por semanas, imaginemos que lo ha hecho, luego de lo que ocurrió.

Todo está ordenado en el lugar, incluso más que antes.

De esta misma forma F., si la observamos, sigue estando prácticamente igual.

Duerme en su cama, por las noches.

Y en su escritorio, todavía acostumbra trabajar.

Cuando observa las ventanas, sin embargo, el corazón le late más aprisa.

Ese es el único cambio.

No sabe, en todo caso, qué es lo que aquello, pueda significar.

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