viernes, 14 de junio de 2024

Desde dentro.


Una abertura en el techo.

Una o varias, en verdad.

Materiales húmedos y pájaros que ingresan por las grietas.

Un olor ácido que no se sabe bien de dónde viene.

El viento que choca contra las cosas y estas que no se inmutan.

Aunque cedan, aunque rueden… aunque caigan derribadas no se inmutan.

A veces suenan, las cosas, mientras se quiebran, como si de pronto se quejaran.

Un zapato seco, de revés, como el cadáver de un pie en medio del patio.

Plantas en la sombra, abandonadas, que han aprendido a vivir por sí solas.

Nuevas montañas que aparecen, cuando nadie las ve.

El agua que se endurece, con el frío, sobre la tierra.

El agua que se vuelve cosa, como si se olvidara de fluir.

Animales ciegos, amarillos ahora, como hojas secas.

Puertas que quedaron cerradas desde dentro.

Y el mundo ahí afuera, al que no le interesa mirar.

Si hay voces -puedo asegurarlo-, no se escuchan a sí mismas.

Si hay ruidos, estos provienen de otros sitios.

Pájaros viejos, probablemente, que han entrado por las grietas.

¿Recuerda alguien una voz que habló de ellos?

Ahora duele incluso describirlos.

Los nombres de las cosas, cayéndose de las cosas.

Y el sol como una manta.

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