martes, 4 de junio de 2024

¿Puedes resumirlo?


I.

-¿Puedes resumirlo? -me preguntó.

Yo la miré sorprendido pues apenas había llegado y no había dicho todavía ninguna palabra. Ni siquiera la había saludado.

-Hola… -atiné a decir-. ¿Qué quieres que resuma?

Ella me miró con una expresión extraña.

No era molestia, eso puedo asegurarlo, pero tampoco era en lo absoluto una buena expresión.

-Solo te pido que resumas -me dijo-, sea lo que sea resúmelo.

-Al final vamos a morir -le dije, aparentando indiferencia-. Ese es siempre el resumen de todo.




II.

Se sentó frente a mí y me miró fijamente.

Ahora sí estaba molesta.

-Ese no es un resumen -me dijo-. Un final no es un resumen. Debieras saberlo como profesor de lenguaje.

Era cierto, me dije, aunque de todas formas pensaba en buscar un argumento que validase mi expresión.

No lo encontré.

-¿Qué es lo que pasa? -pregunté.

-Eso tampoco es un resumen -me lanzó en vez de una respuesta.

Luego tomó sus cosas como si fuese a marcharse, pero no se marchó.

Preferí, para evitar disputas, irme yo.




III.

Luego de aquello nos volvimos a ver unas cuantas veces.

Siempre con amigos en común, aunque ocurría que al llegar la noche nos quedábamos juntos, sin mediar gestos ni palabras.

Durante el último encuentro, sin embargo, ella comenzó a hablarme de su familia.

Vivían en el extranjero.

Creo que el padre había muerto y ella debía viajar para hacer unos trámites y dijo que probablemente no iba a volver.

Yo no supe qué decir, así que la dejé hablar.

Lo hizo durante largo rato, aunque ya olvidé lo que dijo.

En resumen, primero informó, luego se puso triste y luego molesta.

Ya en la mañana, ambos nos vestimos y nos fuimos del lugar.

Sé que dije cosas también, esa mañana, pero ya las olvidé.

No fueron esenciales, a fin de cuentas.

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