martes, 7 de noviembre de 2023

¿Zapatos?


Era un local grande, muy organizado, aunque extraño.

Como cualquier tienda de ropa, digamos, salvo que en esta todo estaba en vitrinas, y no tenías contacto directo con ningún producto.

En el lugar, por cierto, solo se vendían saldos.

Y entre los saldos, dispuestos en filas, había zapatos.

Probablemente, calculé, doscientos o trescientos pares.

Muchos de estos zapatos eran de marcas caras, algunos incluso parecían de diseño exclusivo.

Y todos, sorpresivamente, a un único precio.

Extremadamente baratos.

El problema sin embargo es que solo podías verlos a lo lejos, no probártelos.

Es más, ni siquiera saber los números o las tallas.

Ninguna información, salvo un precio único y un número para solicitarlos luego a alguno de los vendedores.

Estos vendedores, por cierto, también atendían tras largos mesones y no tenían mayor interacción con los compradores, salvo buscarles el producto y anotar sus pedidos, nada más.

Tras ellos, un gran cartel que indicaba que no se aceptaban devoluciones ni se recibían reclamos.

A pesar de estas dificultades, los precios eran tan bajos que terminé comprando cuatro pares.

Dos pares formales, unos deportivos y otros un tanto más altos, como botines.

Ninguno de ellos, lamentablemente, me quedó bien.

Hice esfuerzos por calzármelos, pero por una u otra razón no me terminaban quedando.

Tiempo después, conversando con un amigo que también compró en esa tienda, me confesó que le había ocurrido exactamente lo mismo.

Incluso, me contó de varios otros casos.

Mientras hablábamos, recuerdo que yo observaba mis pies, y comprendí que los desconocía.

Por último, algo asustado, observé fuera de mí y me sentí observado.

No saben lo que miran, quise decirles.

Pero en realidad, no estaba seguro, de que aquello fuese cierto.

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