miércoles, 15 de noviembre de 2023

Reyes en pijamas.


Uno de mis sueños más extraños es encontrarme en un salón, bastante amplio, lleno de reyes en pijamas.

Todos dignos, a su manera, reyes y reinas caminando y conversando por el lugar, pero todos en pijamas de distinto tipo, sin importar el tiempo o la región de donde provengan.

Así, ya sea vestidos de pulcra seda o en polares de unicornio, se sientan en grandes sillones hablando de cosas no muy trascendentes, cada uno con un tono de voz distinto, aunque comprendiéndose entre ellos sin dificultad.

Yo me paseo entre ellos, y los escucho.

Sin intervenir, los escucho.

-¿Viste la película esa de las tres historias? -comenta una que puede ser María Antonieta.

-¿La japonesa? -le pregunta a su vez un rey joven, aunque algo demacrado.

-Sí, esa de Hamaguchi… -aclara ella-. Yo lloré con las tres, claro que con llantos distintos.

Luego voy hacia otro lado.

Una reina con una alarga trenza está frente a una ventana.

Nada puede verse, tras la ventana.

Ni siquiera la luz permite adivinar qué momento del día es.

-No sé desde cuándo que no me da sueño -dice la reina de la trenza.

-A ninguno de nosotros nos da -comenta otro, sin mirarla.

-De igual forma no estamos cansados -vuelve a decir la primera-, ¿alguien sabe que debe sentirse cuando esto sucede?

Nadie le responde.

Yo sigo caminando por el lugar.

Nadie parece verme, por cierto.

Nadie salvo una chica con pelo claro, de lentes gruesos, que se ve demasiado joven, entre las otras.

-No voy a mirarte pues ya sabes qué significa -me dice, cuando paso junto a ella.

Yo la observo.

Me parece que sonríe.

No sé si está con una niña pequeña o jugando con una muñeca.

Despierto entonces, levemente sobresaltado.

No soy, por supuesto, un rey.

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