sábado, 11 de noviembre de 2023

Perdí el control, pero lo encontré.


Perdí el control, es cierto, pero lo encontré.

Sin buscarlo, incluso, lo encontré.

Eso es lo que ocurrió.

Luego, sin embargo, ya no supe qué hacer con él.

Donde dejarlo, me refiero.

Y es que cargarlo -luego de perderlo y encontrarlo-, se siente un poco extraño.

No por el peso, digamos.

No por la forma, tampoco.

Tal vez lo más conveniente sería decir que resulta incómodo, en el fondo, de una forma extraña.

Extraña y cómoda, incluso, aunque la contradicción parezca juego.

Y no juego, por cierto.

Nunca juego.

Lo que ocurre simplemente es que, tras haber encontrado el control, me ha desbalanceado un poco.

Y claro… supongo que mi extrañeza se debe a qué ahora soy consciente que lo cargo.

Que lo llevo puesto.

Que sé que mi peso real es otro cuando no lo llevo encima.

En definitiva: ahora soy consciente que puedo prescindir de él.

Y sé también que la verdad parece otra cuando el control se ha extraviado.

Los colores.

La intensidad.

El mundo entero.

Y es que todo el mundo es otro cuando el control se te olvida por ahí.

El amor, incluso, es doloroso de otra forma.

De una forma quizá más viva y verdadera.

Profundamente verdadera.

Hasta que lo encuentras nuevamente, lo percibes así.

Es así, incluso.

¿No lo entiendes?

Todo el resto es inexacto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales