sábado, 18 de noviembre de 2023

Buceo, pero no el tradicional.


Buceo, por cierto, pero no el tradicional.

Imagínate más bien un segundo buceo.

Una experiencia ante todo más profunda que la habitual.

Más verdadera, incluso.

Imagínate… ¡diez años buceando para venir de pronto a descubrir aquello!

Sin aire un día, bajo el agua.

Buceando tradicionalmente, por supuesto.

Un día normal, digamos, solo que sin aire.

Sin luz, como siempre, pero ahora también sin aire.

Cómo sea… lo importante es que comencé a bucear recién entonces.

Ese bucear que mencionaba en un inicio como un segundo bucear.

Y es que, para ser sincero, ya no sé cómo llamar a aquello que hacía antes.

Diré mejor -para salir del paso-, que antes chapoteaba.

Sí, eso es… antes apenas chapoteaba.

Y así, confundido, me frotaba sin fuerza contra la piel del agua.

Nótese que no he hablado aquí de profundidad, sino de piel.

Es decir, dejo de lado esa profundidad que los más ingenuos han de medir en metros.

Y es que, recién hecho esto, puede llegar a comenzar el segundo buceo.

Ese que haces ya sin aire y hasta sin fe.

Ese que realmente te saca de tu espacio para llevarte a un sitio ajeno.

Un segundo buceo que es en realidad el único buceo.

Ese del que vuelve un tú distinto, si es que vuelve.

Ese es el buceo, decía, del que volví yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales