jueves, 23 de noviembre de 2023

En una charla.


Estoy en una charla.

Sentado en la última fila, junto a otros que (si mi interpretación es correcta) tampoco quieren estar acá.

Debí venir porque me pidieron algo así como una nota referida al contenido de esta charla.

Y como yo debía un favor, me vi obligado a hacerlo.

Por cierto, la charla empezó hace más de una hora y yo me perdí los treinta minutos iniciales.

Afortunadamente, aclaro, me los perdí.

Está hablando un tipo que tiene una camisa lila.

De vez en cuando cambia el tono y todos ríen, como si hubiese dicho algo ingenioso.

Como llegué tarde y no manejo bien el inglés, ni siquiera sé bien de qué se trata.

A los que llegaron a tiempo les entregaron unos audífonos por donde se escucha a una traductora.

Yo puedo ver a la traductora (está a unos metros del tipo de camisa lila), pero no llego a adivinar lo que dice.

De entre lo poco que entiendo me parece escuchar una referencia a Platón.

No sé bien cómo se relaciona con la charla, pero el de camisa lila dice que Platón y Aristóteles plantearon que el infinito era algo imperfecto.

O menos perfecto que lo finito, al menos.

La gente ríe, tras escuchar esto, y luego el hombre sigue hablando.

Por un momento dudo si reír también, pero lamentablemente lo pienso a destiempo.

Casi siempre me pasa.

Si río ahora, me digo, la situación será extraña y probablemente incómoda.

Justo entonces, involuntariamente, lo hago.

Me río, me refiero, importunando al resto.

Varios me miran, con expresión molesta.

Allá ellos, me digo.

Mi perfección es otra.

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