domingo, 12 de noviembre de 2023

Soñé que era un pinball y que hacía tilt.


I.

Soñé que era un pinball y que hacía tilt.

A cada rato hacía tilt.

No era exactamente así, pero digamos que en mi pecho se encendían unas luces con esa palabra.

En la superficie de mi pecho, eso sí.

Me refiero a que la sorpresa venía de la luz, de la parte externa.

De mi interior nada sabía, en mi sueño.

El tilt, entonces, era algo así como una alerta de un peligro que no reconocía.

Una alerta que se encendía una y otra vez.

Incluso estando quieto, se encendía.


II.

Al mismo tiempo que se encendía el tilt, por cierto, una bola de acero rodaba por mi cabeza.

Bajo la frente giraba y rebotaba de un lado a otro.

No muy profundo eso sí.

Hubiese podido percibirla, incluso, si apoyaba mi mano sobre la piel.

Así y todo, prefería no moverme, para que el tilt no apareciese todavía más seguido.

Aunque igual aparecía.

Nadie más estaba en el sueño.

Solo yo, digamos, y el tilt.


III.

Ahora que lo escribo, admito que puede sonar extraño eso de soñar que uno es un pinball.

Pero en el fondo, he llegado a la conclusión que lo extraño es hablar de lo que hemos soñado, nada más.

Y es que hablamos de nuestros sueños, en el fondo, como si hablásemos de una vieja vida.

Y por añadidura, hablamos de esa vieja vida como si hubiese existido una muerte entre aquella y la que ahora llevamos, tras despertar.

Tilt, dijo entonces mi pecho, encendiéndose como una luz.

Luego se apagó, simplemente y no se ha encendido más.

Fue entonces que me escuché decir en voz alta:

No hay necesidad de ser bueno.

Afortunadamente nadie, que yo sepa, escuchó aquellas palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales