sábado, 1 de abril de 2023

Cosas para perderlas.



Lo sé.

Lo entiendo.

Puedo aceptarlo.

No juntamos cosas para perderlas.

Puedo admitir que esa expresión es cierta, pero solo hasta cierto punto.

Es decir, puedo aceptar que no es para perderlas que juntamos cosas.

O más bien, que no somos conscientes al menos, que las juntamos para perderlas.

Digo esto ya que, a pesar de todo, no podemos negar que las cosas que juntamos, las perdemos.

Y tal vez por eso, justamente, es que luego buscamos más cosas.

Para no notar que perdemos las primeras, me refiero.

Para tapar esos huecos.

Para rápidamente tapar esos huecos.

Eso es lo que entiendo, al menos.

Lo que puedo aceptar, digamos.

Y lo que llego a admitir, en definitiva, mientras vivo rodeado de cosas.

Ahora bien…

¿Entiendes lo que digo o eres de los que creen que el silencio se acumula, como la nieve?

Piénsalo un poco, y no respondas.

Pero por favor piénsalo: ¿de verdad eres de los que creen eso?

Y es que creemos eso en principio, lo entiendo, pero luego descubrimos que no es cierto.

Es lo contrario, de hecho, exactamente.

El silencio se escurre entre las cosas.

Las corroe y las desgasta.

Y hasta ayuda, en este sentido, a que acabemos perdiéndolas.

Dicho esto, llego hasta aquí, simplemente, y me detengo.

¿Acaso no juntamos cosas, para perderlas?

En mi caso, ya no estoy seguro si lo sé, ni menos si lo entiendo.

Después de todo, la nieve sobre las cosas suele ocultarlas, pero solo por un tiempo.

El silencio, también, se convierte en agua sucia.

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