miércoles, 5 de abril de 2023

No exageres.


Ahora llega de noche desde el trabajo.

No cuando es noche cerrada, aclaremos, pero de todas formas llega cuando ya está oscuro.

A otros puede no importarles, es cierto, pero a él la situación le angustia.

Cuando lo comentó, esa tarde, todos lo tomaron a broma.

Le dijeron que en el fondo es la misma hora, solo que está un poco más oscuro.

Solo fue un cambio de hora, le dicen, no exageres.

Ya todo volverá a estar en su sitio.

Él lo sabe, por supuesto, pero aquello no lo calma.

Todo lo resume a que antes llegaba cuando todavía había luz solar y ahora llega cuando ya ha comenzado la noche.

Lo comentó también en su casa, pero tampoco lo tomaron en serio.

Pensaron que lo que él estaba planteando era un comentario banal, no un conflicto.

Por lo mismo, comenzó a tratar de resolverlo solo.

Buscó en internet, leyó notas en una revista, y hasta consultó informalmente con un amigo que era sicólogo.

No le sirvió de tanto, pero al menos logró reconocer que la noche, si bien no le daba miedo, le daba siempre la impresión de estar perdido.

De hecho -pensó-, desde que oscurecía más temprano hacía comenzado a tomar otras rutas, y posiblemente hasta a caminar más despacio pues además de la hora de cambio estaba llegando unos minutos más desfasado a su casa.

Cuando sientas que está oscuro busca elementos en el contexto que te ayuden a recuperar la seguridad, le dijo el amigo sicólogo, cosas que te ayuden a saber dónde te encuentras: letreros, edificios… ojalá cosas luminosas.

Él creyó entender.

Incluso lo anotó en un papel y lo escribió varias veces, antes de salir del trabajo.

Se despidió de todos esa tarde, un poco más tranquilo.

Por el camino, ya a oscuras, buscó en el cielo la luna, pero no la encontró.

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