miércoles, 26 de abril de 2023

Ella dijo que quería un conejo.


Ella dijo que quería un conejo. Vivir con un conejo. Tenerlo de mascota y cuidar de él, al llegar a casa. Quería esto desde que, siendo pequeña, había tomado uno y le había parecido encantador.

-Me imagino de noche… -dijo ella-, después de un día de trabajo… Llegar a casa y sentarse un rato a acariciarlo…. Luego limpiar sus cosas por supuesto, dejarle comida, agua… No lo veo como un juguete, sabes… pero estoy segura que tenerlo me produciría buenas sensaciones.

-¿Y por qué no consigues, entonces, un conejo? -le pregunté.

Ella guardó silencio y me miró a los ojos. Parecía molesta.

-Tú no entiendes nada -me dijo.

La observé de regreso y acepté que era cierto. Nunca comprendo nada. Para mí lo que decía podía transformarse a una ecuación sencilla. Ni siquiera había una incógnita por descifrar.

Luego de eso, no volvió a hablar del conejo.

En cambio, tomó una actitud más distante, aunque alegre, y comenzó a contarme anécdotas del trabajo.

Por lo general, se trataba de injusticias cometidas por su jefe. Algunas incluso me parecieron derechamente malos tratos. Y le comenté que podrían denunciarse.

-Claro -dijo ella, otra vez molesta-. Y por eso voy a denunciarlo mientras acaricio el conejo que quieres que consiga, para no estresarme… De verdad no entiendes nada.

Nuevamente, sin decirlo, consideré que era cierto.

Me fui del lugar poco después, mientras ella estaba en el baño, para no tener que dar explicaciones.

Me hubiese gustado al salir, encontrarme de pronto con un conejo, para darle un mejor final a esta historia.

Pero no sería cierto.

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