domingo, 18 de septiembre de 2022

Un juego de chimeneas.


Chimeneas.

Chimeneas y un juego.

Un juego de chimeneas.

Un juego de once chimeneas.

Un juego de doce casas y de once chimeneas.

Sacas cartas, cada turno, para poder encenderlas.

Entre dos y cuatro cartas, sacas cada turno.

Luego lanzas dados.

Dos dados.

Haces cálculos.

Recorres un tablero.

Vas en busca de las once casas.

Las once que tienen chimeneas.

También recoges leña seca.

Todo va bien, al parecer.

El juego avanza.

Fluyes, en el juego.

Hasta creas una especie de estrategia.

Sin embargo, no todo es fácil.

Y es que a veces hay tarjetas que dificultan la tarea.

Tarjetas, reglas e incluso los dados.

Si lanzas dos unos, por ejemplo, se humedece la madera.

También hay cartas que extravían tus fósforos.

O debilitan tus hombros para cargar la leña.

Además, por si fuera poco,
se apagan cada ciertos turnos,
las que ya han sido encendidas.

Se ahogan, en algunas ocasiones.

En otras les falta tiraje.

Entonces, hay que volver a ellas y preocuparse del asunto.

Resolverlo, digamos.

Y alimentar nuevamente las llamas.

De esta forma, sigues repartiendo madera seca.

Casa por casa, hasta la undécima.

Once chimeneas.

A media noche hay que apagarlas.

Pero antes que amanezca comienza un nuevo turno.

Y entonces vuelves a encenderlas.

Como si fuesen faros, piensas antes del final.

Tu vives, por cierto, en la doceava casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales