lunes, 12 de septiembre de 2022

Ser un juguete.


I.

Cuando le preguntaron que quería ser cuando grande él dijo que quería ser un juguete.

No explicó más, solo dijo eso.

Le pidieron argumentos, especificaciones, pero solo repitió lo que ya había dicho.

Quería ser un juguete, nada más.

Al menos ahora quiero eso, les dijo.

Los otros lo observaban, molestos.


II.

Lo que molestaba no era, sin embargo, su elección.

Si no su altanería al decir todo, de un modo extraño.

No era el contenido de lo que decía, ni tampoco el tono, pero incomodaba de igual forma.

Así, dijese lo que dijese todos percibían una suerte de desprecio hacia los otros, cuando se dirigía a ellos.

Sí. Desprecio era probablemente la palabra exacta, comentaban todos.


III.

Al menos nos desprecia a todos por igual, dijo una vez su hermana bromeando sobre el asunto.

Aunque en el fondo no bromeaba, por supuesto.

Él, en tanto, permanecía distante de esos comentarios.

Puede que hasta inconsciente de aquello que producía.

Después de todo, no tenía un problema con ninguno de ellos, ni se sentía superior.

Ocurría simplemente que sentía una distancia entre él mismo y sus actos.

Una distancia que se acrecentaba aún más cuando se trataba de sus palabras.

De cierta forma, sentía que todo era en parte una farsa.

Algo así como un ensayo.

Podías realizarlo correctamente, pero no era la instancia definitiva, y de cierta forma lo sabía.

No mentía directamente, pero indirectamente sí.

Y la verdad se asomaba, extrañamente, entre esas dos instancias.

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