miércoles, 21 de septiembre de 2022

Cornelia Salonina fue a las termas de Cimiez.


Cornelia Salonina, fue a las termas de Cimiez.

Pasó, de hecho, todo un invierno en esas termas.

Fue en lo antiguo, por supuesto.

No importa cuándo.

Acudió ahí para reestablecer sus nervios, dicen los historiadores.

También dicen que la acompañó una pariente griega, quien le leía a Plotino.

Yo poco les discuto.

Viajó sin sus hijos Cornelia Salonina.

Desde las termas, en lo que hoy es Niza, no envió cartas ni mensajes para ellos.

Desconozco que hizo ahí, salvo suposiciones varias.

De Plotino le leyeron Las Enéadas, en sesiones breves.

Nunca comentadas.

No probó comidas nuevas.

Licores, apenas.

Lloró y rio un poquito.

Desconozco si reestableció sus nervios, como dicen los historiadores.

El retrato de ella que aparece en las monedas acuñadas, fue hecho en esas termas.

Hay incluso quien sospecha que se trata de un autorretrato.

Hay similitudes en los trazos, del retrato que hizo cuando uno de sus hijos murió a temprana edad.

En un verano, según dicen.

Cornelia, por cierto, suele huir del verano.

Del frío y del calor, más bien, suele huir.

Por lo mismo, viaja siempre a lugares templados.

Esta vez, como decía, fue en invierno, a las termas de Cimiez.

La imagino ahí, en el atardecer, mientras escucha a Plotino.

La imagen es clara.

La imagen de las figuras es clara.

Tras ellas, el sol pierde la cabeza,
y sus brazos quedan extendidos sobre la tierra.

Su carne se torna oscura.

Su sangre hecha polvo, se esparce como huellas.

Cornelia Salonina fue a las termas de Cimiez.

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