domingo, 25 de septiembre de 2022

No la fuerza, es cierto.


No la fuerza, es cierto, yo mismo te lo dije.

No la fuerza, pero tampoco el empecinamiento es distinto de la fuerza.

Debiese decírmelo a mí, pero luego no sé lo que haría.

Detente un poco. No avances.

Resta, simplemente, un par de pasos.

Resta antes de avanzar. No retrocedas.

Escucha:

Hay puertas que dan simplemente hacia otras puertas.

E incluso hay puertas en medio de un tú, que se encuentra extrañamente, a ambos lados.


No la fuerza, es cierto, es bueno tenerlo claro.

Pero lo que viene después es clave, para que la fuerza no entre de otra forma.

Para que no se enquiste dentro tuyo.

Para que no transforme tus ojos en músculo.

Para que no transforme tu voz en músculo.

Para que no transforme tu sexo en músculo.

La debilidad, necesaria, también es otra cosa.


De vez en cuando sabes qué es correcto.

O sientes, al menos, que es correcto lo que haces.

Acercarte al manantial.

Beber del agua donde corren música y palabras.

Bellas, es cierto, pero no son tu reflejo.

No sacian tu sed.

Te hacen, incluso, olvidarla.


No la fuerza, ya sabes, pero olvida lo que sabes.

Olvida lo que sabes, me refiero, menos eso.

Nadie, de pie, podrá cuestionar tus pasos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales