jueves, 30 de junio de 2022

Sitios donde ir.


Es mentira que iba al cine porque no tenía donde ir.

El cine mismo, de hecho, podía ser uno de esos sitios donde ir.

Y una vez dentro, por supuesto,
habría que considerar también los cientos de asientos
que podía escoger…
cada uno de ellos como un pequeño sitio.

Claro que tenía sitios dónde ir.

Por supuesto que los tenía.

¡Qué absurdo que alguien creyese lo contrario…!

Todos tenemos sitios donde ir.

El mismo sitio en el que estamos, ha sido un sitio a donde ir.

Quien creyese lo contrario debía ser alguien lo suficientemente amargo
como para convivir con ese absurdo.

Alguien insatisfecho con el sitio en que se encuentra, pensaba.

Alguien incapaz de comprender el valor real del espacio propio,
y de todo aquello que reside en ese espacio.

El cine mismo, además, no es que fuese siempre el mismo sitio.

Y es que se puede escoger uno, ciertamente, entre varios.

¡Tenía tantos argumentos…!

¡Tantos y tan claros argumentos…!

La película misma, incluso…
¿no era acaso un sitio distinto cada película distinta?

¿No te llevaba incluso cada una de ellas (que ya era un sitio en sí)
a otro sitio también distinto?

¡Por supuesto que es mentira que iba al cine porque no tenía donde ir!

Por supuesto que es mentira.

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