sábado, 18 de junio de 2022

El regreso del profeta.


Seis años después el profeta volvió.

Esa fue su primera falla.

O al menos la primera que nos resultó evidente.

Y es que el profeta, se adelantó un año a lo que él mismo
había anunciado.

Se veía más viejo.

Más débil, incluso, de lo que nosotros recordábamos.

Se escuchaba nervioso.

Lo que pasa es que no volví realmente, dijo cuando lo encaramos.

Lo miramos en silencio.

Su excusa era burda, pero de igual forma no nos molestamos.

Probablemente él mismo había olvidado sus predicciones.

Daba igual.

De cualquier manera, nunca le creímos totalmente.

Entonces comimos con él.

Bebimos, con él.

Avanzada la noche, le preguntamos sobre su viaje, pero declinó contestar.

O más bien contestó, pero con evasivas.

Solo frases cortas, me refiero.

Inconclusas.

Él, por supuesto, intentaba que sonaran enigmáticas.

El respeto se acabó poco después.

Terminó de desgastarse, más bien, hasta romperse.

Una broma primero… luego fueron burlas directas.

El profeta estaba incómodo.

Mantenía su actitud, sin embargo, como negándose a abandonar su juego.

Lo bueno es que al menos, dijo entonces, no he defraudado a nadie.

Se hizo un poco de silencio.

Recuerdo que alguien le arrojó un vaso de cerveza, en ese instante.

Supongo que reímos, pero no lo recuerdo muy bien.

De la forma en que ustedes lo ven,
nadie puede llegar a ser profeta.

Dijo antes de irse.

Ni siquiera profeta de uno mismo.

Luego se marchó.

Ya va a ser un año, desde entonces.

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