jueves, 16 de junio de 2022

Ella trabaja en el rubro de las bolsas.


Ella me cuenta que trabaja en el rubro de las bolsas. En una empresa que está venida a menos por las nuevas políticas medioambientales. Por lo mismo, ahora trabajan con nuevas fórmulas que aseguren un avance en este aspecto. Ella, por cierto, trabaja en esas fórmulas. Creando aquellas fórmulas, me refiero. Es bioquímica. Fue mi estudiante en secundaria y ahora es bioquímica. Le gustaba la pintura, según recuerdo. Hizo un trabajo bueno, sobre la Lispector. Ahora es bioquímica. Tiene una hija y se casó con un compañero de universidad. Parece que se separaron un tiempo y luego regresaron. Hablamos entonces del pasado. Recordamos situaciones, nombres, actualizamos información sobre gente de la época. El compañero que murió, el que ahora es millonario y el que terminó preso. Mi propia historia la esquivo, por supuesto. Para no mentir, bromeo sobre ello. Se acuerda de Schopenhauer. Del mundo como voluntad y representación y de aquellas páginas que Nietzsche le robó en el origen de la tragedia. Ante rem, post rem, in rem… todas esas cosas, me dice. Antes de separarnos comenta que yo tenía razón, que las bolsas para cadáveres no son muy distintas de las bolsas de basura. Un poco más gruesas nada más. Luego sonríe. Imagino que su hija debe sonreír igual. Siempre es así. O un poco, al menos.

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