domingo, 19 de junio de 2022

El verdadero plan A.


Haces un plan A, pero solo para descartarlo. Lo comprendí hace poco. Ese es el truco para que funcione. Para que funcione el plan B, me refiero (El plan B es la clave, por supuesto). Aunque claro, si uno fuese riguroso en la nomenclatura, habría que aceptar que existe un plan previo al plan A… digamos un plan AA (que sería en realidad el plan A), y ese sería justamente el que dice que descartaremos el plan A (que sería en realidad el B), para quedarnos con el B (que sería en realidad el C). Esa es la forma en que comprendí (hace poco) que funciona. Todo bien hasta ese punto.

Lamentablemente, luego de ponerlo en práctica un par de veces (y comprobar que funciona), algunas sensaciones incómodas me hicieron replantear la fórmula empleada. Y es que esas sensaciones (desagradables, por cierto), me llevaron a sentir culpa (no es la palabra, pero la imprecisión es un arte) por el plan A original (no el AA, sino el A que pasaba realmente a ser el B). Culpa ya que este plan existía solo para ser desechado, pero existía (y además yo lo hacía existir), por lo que era culpable y víctima, al mismo tiempo.

Para solucionar esto, claro está, ideé otro plan, que podría nombrarse como plan AAA (y que obligaría a renombrar todo, por supuesto, si fuésemos rigurosos). Ese es el plan que, por cierto, comencé a poner en marcha (sin ser consciente de ello en ese entonces) cuando comencé este blog hace ya bastantes años. La forma en que funciona ese plan (que ha fallado en el último tiempo, por supuesto, pero todo falla), es la siguiente:

Haces un plan A, pero solo para descartarlo. Y etcétera.

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