sábado, 25 de junio de 2022

Ryu y Haruki traducen a Carver.


No son familiares. Apenas se conocen. De hecho, lo único que conecta a Ryu Murakami con Haruki Murakami es que ambos tradujeron a Carver. A edades similares, por cierto, lo tradujeron. Fueron contactados, de hecho, por la misma editorial, para conseguir la traducción. Luego, la editorial decidió publicar una de las traducciones y vendió la otra a una editorial distinta, que operaba en otra región. Ellos nunca conversaron sobre aquello.

Haruki traduce a Carver con un tono neutro. Dejando que los personajes hablen, aunque con esto los muestre demasiado conscientes. Como si diese por hecho que ellos ya saben quiénes son. Que están en dominio de sí mismos. Que son autodestructivos, incluso, de forma consciente. Que se extravían a sabiendas. Que hablan desde un centro. Que son dueños de sí. Parecen gatos los personajes de Carver, traducidos por Haruki Murakami. Caen de pie, me refiero. Siempre caen de pie.

Ryu en cambio traduce a Carver con rabia. Los personajes parecen estar en un sitio que no les corresponde. Un sitio definitivo en el que permanecen sin saber cómo abandonar. Sus voces son la forma en que arañan las paredes. En que se agreden a sí mismos y unos a otros. Portan cuchillas los personajes de Carver, traducidos por Ryu Murakami. No son gatos. Son animales que se estrellan. Que no saben caer de pie.

Humanos, diría Ryu.

Profundamente humanos, diría Haruki.

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