sábado, 16 de abril de 2022

En un sueño, con Witt.


En un sueño me encontré con Wittgenstein.

Y Wittgenstein, en el sueño, era tartamudo.

No lo supe en un principio porque él no hablaba.

Y además porque todavía no sabía que era Wittgenstein.

Ni él ni yo, por cierto, sabíamos aquello.


Wittgenstein estaba en un columpio, al interior del sueño.

Estaba sentado sobre uno, pero apenas se columpiaba.

En cambio, al acercarme, descubrí que tarareaba extrañamente una canción.

Y mientras lo escuchaba intentaba determinar si era la canción, o el hombre aquel (yo desconocía todavía que era Wittgenstein), era el tartamudo.


Lalala cacacacanción es así, dijo entonces el hombre.

Y me observó detenidamente esperando que yo le dijese algo.

En vez de hablar, sin embargo, elegí comprender.

Y comprendí, entonces, que aquel hombre era Wittgenstein.


Sé quién es usted, le dije, mientras me acercaba para columpiarlo un poco.

¿Quiere que le dé impulso?, pregunté.

Wittgenstein asintió.

Y yo entonces lo columpié con fuerza, hasta que él me pidió que detuviese aquello, pues quería descender.


Luego de bajar del columpio, Wittgenstein tomo una varilla y pareció escribir en el suelo.

Nada escribió, por cierto, pero parecía escribir.

Se volteó entonces hacia mí e intentó decirme algo.

Tatata… tatare… tartareo… tartamudeo, perdón... pero no soy tartamudo.

Entonces desperté.

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