miércoles, 6 de abril de 2022

Déjame decirte que lo sé.

“Únase a los trabajos de Hércules
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Séneca. Hércules Loco.

Antes que me digas que estoy equivocado, déjame decirte que lo sé.

Dos veces lo sé por cada vez que determinas -o piensas que determinas-, que estoy equivocado.

Dicho esto, permíteme contarte algunas cosas:

Volví a leer a Séneca.

Inconscientemente pues no tengo más tiempo ni concentración que para Bendis, Brubaker y otras cosas que -en su rango, por supuesto-, no resultan nada mal.

Llevo así en la misma mano a Séneca con Daredevil y entre viñeta y viñeta me asomo a otras profundidades.

Cada uno con su disfraz y a niveles diferentes de la verdad.

En capas distintas, digamos.

Mientras leo -uno u otro, indistintamente-, observo a los que me miran.

Los veo incluso atentamente, de vez en cuando.

Todo el que veas que es desgraciado puedes tenerlo por hombre, dicen, sin embargo, desde ambos.

Otra cosa que quiero contarte es que volví a escribir una carta de renuncia.

Nada trascendente ni con explicaciones profundas ni tampoco con viñetas, por supuesto.

No la entrego simplemente, porque no quiero irme con la sensación de haber sido derrotado.

Primero trataré con fuerza de cambiar esa situación y luego haré -espero-, lo necesario.

Junto cosas para esos tiempos, aunque sé que el riesgo es otro.

No las falta de cosas, me refiero, incluido el dinero.

A eso puedo acostumbrarme.

Sé sobrevivir, siendo yo, a esas cosas.

Y claro, como te decía en un inicio: sé también eso que tienes que decirme.

Y puedes hacerlo, no hay problema, pero ya lo sé.

El que puede ser forzado es que no sabe morir, dice también Séneca.

Tengo dos costillas fracturadas y no recuerdo por qué.

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