jueves, 14 de abril de 2022

Cosas.


A modo de tratamiento me recomendaron hablar de cosas.

Exclusivamente de cosas, me refiero.

Y hasta escribir de cosas, incluso, al terminar cada día.

No listas, me advirtieron, llevas años con eso.

Esta vez haz un cambio.

Habla sobre ellas.

Sobre la existencia de ellas.

Yo asentí, por supuesto, y traté de abandonar tranquilo aquel lugar.

Sin embargo, esa misma noche, pasé horas pensando en cómo se hace para hablar de la existencia de las cosas.

De hecho, reflexioné largamente sobre si era correcto o no, hablar de la existencia de las cosas.

Nombrar su manera de estar, me refiero, como una forma de existencia en sí.

Independiente del sujeto que es testigo de su existencia y que nomina su forma de estar, con esos signos.

Mientras reflexionaba, por cierto, tenía frente a mí la hoja en blanco.

Aquella que estaba destinada, creía yo, a contener mis palabras sobre la existencia de las cosas.

La hoja, sin embargo, permanecía en blanco.

Y no lograba escribir en ella, palabra alguna.

Tal vez, me dije, no sea culpa mía.

Tal vez ocurre simplemente que esa hoja, solo sabe existir de esa forma.

Y no le gusta, además, que hablen sobre ella.

Me convencí de lo anterior, entonces, y la dejé estar.

Por lo mismo, puedo asegurar que nadie, nunca, sabrá algo sobre ella.

Y así es, por cierto, como sigo el tratamiento.

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