lunes, 15 de febrero de 2021

El hueón de la casa iluminada.


I.

Quería vivir en una casa iluminada.

Y lo hizo.

Pero luego no le gustó.

No se atrevió a decirlo, sin embargo,
porque él había querido vivir
en una casa iluminada.

Y porque todos dicen,
si les preguntan,
que la luz es buena.


II.

Me siento extraño con una casa así, me dijo.

Como si mi elección pudiese dar pie a una historia,
de esas con moraleja dudosa,
como las que a veces escribes.

No sé bien cómo decirlo.

Pero es incómodo.

Y me veo a mí mismo de esa forma.

Ya sabes…
pienso en la situación y me digo:
este es el hueón de la casa iluminada.

Y ser “el hueón de la casa iluminada”
sin que nadie lo sepa,
o me lo diga,
es doblemente extraño.

Y doblemente hueón, por supuesto.



III.

Debe ser porque quería la casa,
que esto me pasa,
continuó.

Porque quería la casa y ahora no la quiero, me refiero.

A lo mejor no tiene que ver con la luz.

Ni conmigo.

Y ni siquiera con la casa.

En una de esas
las sensaciones que se aposan en uno
vienen de otro sitio.

Como a escondidas… no sé…

O como una luz que no vemos llegar.

Si me entiendes podrías ayudarme
haciendo al menos un resumen
de todo esto.

No sería lindo, pero tal vez sería útil, 
quién sabe.

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