sábado, 6 de febrero de 2021

Él lo sabe.


Nadie se lo dice, pero él lo sabe. No tanto como para reconocerlo abiertamente, aunque ya está a punto de aceptarlo. Eso intuye. Eso percibe. Lo siente así. Algunos -más allá que sean cercanos o no-, dirían que eso al menos es un avance. Un primer paso, dirían. Él, en cambio, que no cree mucho en avances ni retrocesos (y que según entiendo plantea que siempre estamos más o menos en el mismo sitio), sacaría a colación el tema de los puntos de referencia, o de la cantidad ínfima de aquello que sabemos en relación a lo que no sabemos. Nada marca realmente diferencia. Lo que sabemos tiende a cero. Lo que somos tiende a cero. Cosas así diría, o seguiría diciendo, más bien, pues es lo que ha dicho siempre. Y lo que hoy intuye no es suficiente aún como para alterar su discurso. Dentro de aquello que tiende a cero, sin embargo, hoy dejaría fuera algunas cosas. Lo que sentimos, por ejemplo, podría dejarse fuera. Principalmente porque para decir que esto tiende a cero debiésemos tener una abrumadora cantidad opuesta de aquello que no sentimos, y eso es difícil de medir, si es que pude llegar, de alguna forma, a ser cuantificado. Estas dudas. Estas no certezas que hasta hace poco no lo inquietaban, forman parte ahora de aquello que no dice, pero que sabe, de cierta forma. Lamentablemente, como no las dice abiertamente ni siquiera puedo nombrarlas o especificarlas de mejor forma. Y siempre termino, entonces, sin llegar a establecer un contacto real con aquello que quiero significar. Extendiendo muñones, en vez de manos, para estrechar las del lector, que tiene el máximo derecho a dejar de creer en aquello que le ofrezco. Aunque yo sepa, sin duda alguna, que él (al hacerlo) se equivoca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales