viernes, 27 de noviembre de 2020

Tu piel pasa a ser un accesorio, me dijo.

"Henry, es que no hemos hecho
otra cosa que existir?"
K.V.

Tu piel pasa a ser un accesorio, me dijo.

Yo la escuché.

Atentamente, aunque miraba hacia otro lado.

Desayunamos algo, mientras una niña acostaba unas muñecas.

No duermen las muñecas.

Tal vez alguien las defina como accesorios.

No me interesa definir a las muñecas.

Yo hablé de Vonnegut, por cierto.

No por iniciativa propia.

No me gusta hablar de Vonnegut.

Es como sacar algo valioso al aire que se daña al contacto con los otros.

Vonnegut no es un accesorio.

Me sentía mal porque lo usé como un ejemplo.

Vonnegut no pasa a ser un accesorio, le dije.

Lancé la frase entre medio, mientras la niña se acostaba junto a uno de los muñecos.

Hablamos otros temas.

O no sé si los hablamos, pero quedaron, al menos, sobre la mesa.

Formas de conocimiento.

Información.

Una serie de cosas.

Mientras hablábamos de eso escribí la primera frase de este escrito:

Tu piel pasa a ser un accesorio.

Y claro, luego surgen sensaciones.

Las aparto, un poquito.

El conocimiento como algo estético, me digo.

Es sucio el conocimiento.

La información que almacenamos por gula.

Para satisfacernos a nosotros mismos… o poco más.

Como algo estético, podría resumir.

La vida como algo estético.

Tu piel pasa a ser un accesorio, me dijo.

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