viernes, 13 de noviembre de 2020

Aguas subterráneas.


Los expertos le hablaron de aguas subterráneas. De debilitamiento del suelo. De graves errores en el estudio realizado previo a la construcción. Él pidió entonces nuevas opiniones y todas coincidieron. Le mostraron documentos. Experiencias de casos similares. Imágenes térmicas. Además, el daño era evidente. Parte de la casa ya había comenzado a hundirse y no había mucho que hacer al respecto. Eso le dijeron todos, al menos. Todos salvo uno que mencionó una posible solución, pero planteándola al pasar… prácticamente como algo inviable. De todas formas, el dueño del lugar lo tomó en serio y le pidió un poco más de detalle. Entonces el experto regresó y hasta dibujo unos bocetos. Los explicó uno a uno. Pozos a un costado. Drenar algunas capas. Vaciado de material bajo la construcción y además una serie de soportes extra para reforzar lo ya debilitado. Luego indicó costos. No exactos, por supuesto, pero de todas formas hizo algo similar a un presupuesto. Las acciones sumaban varias veces el valor real de la construcción y no aseguraban totalmente que aquello funcionara. El dueño de la casa dijo que lo pensaría. Le encargó hacer seriamente el proyecto y le adelantó una pequeña cifra, por aquel trabajo. Luego se sentó sobre el suelo, en una de las entradas de la casa, mientras observaba cómo el experto se alejaba. Encendió un cigarrillo. Aguas subterráneas, pensó, mientras observaba el lugar. Siempre se trata de aguas subterráneas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales