miércoles, 4 de noviembre de 2020

Otro Escrito.



Debajo de esto había otro escrito. No hay huellas, por supuesto. Por lo mismo, usted tiene derecho a pensar que miento. Que estas palabras son las primeras en ocupar este espacio y que no hay nada, atrás de ellas. Allá usted, si piensa eso. Pierde tiempo si es así leyendo algo en lo que no cree, quien sabe con qué motivo, o con qué falta de motivo. Eso es lo primero que quería decirle. 

Debajo de esto, por cierto, había un texto que hablaba de aquello. De la falta de motivos. Era un poco oscuro y atacaba demasiado al posible lector -y de paso a uno mismo, por supuesto-. Cuando ya sé que el texto va a desaparecer me tomo libertades. Lo complejizo. Empleo palabras que comúnmente prefiero evitar y hablo de autores de forma desordenada dando por hecho que el lector maneje mis mismas referencias. 

Y es que a veces soy hiriente. Me nacen filos. 

Supongo, si me demoro un poco, que me hablo a mí mismo. Sin quererlo, por supuesto, pero eso hago. Intento explicarlo con una imagen: un náufrago que escribe mensaje en botellas y al final no las arroja. O las lanza, pero va por ellas al mar y las trae de regreso y luego las borra. 

¿Absurdo? No sé si tanto. Y es que las palabras, tal vez, no eran para nadie. O al menos no eran para alguien específico. 

Por eso se borran, podría concluir. No siempre, pero este es uno de los casos. De todas formas, si a alguien le interesa, puede fácilmente saber qué había antes escrito acá. Puede comprenderlo, al menos, sin mayor esfuerzo. 

Después de todo, no escribo por inercia. Ni por cumplir. Ni porque me sobre el tiempo. 

Quien quiera entender, que entienda.

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