sábado, 21 de noviembre de 2020

Lavando la lavadora.


Le contaba que ella me dijo que la esperara y lo hice. Sin embargo, mientras esperaba caí en cuenta que me había dicho que debía lavar la lavadora… Y claro, sé que una lavadora se debe lavar también, pero encontré que era raro que me lo dijera… O sea, pensé que había escuchado mal y que probablemente me dijo que iba a sacar la ropa de la lavadora o algo así. Por lo que quedé pensando en eso. 

No sé cuánto tiempo pensé en eso. Cuando pienso no calculo el tiempo. Pero como me cansa pensar supongo que siento ese tiempo más largo de lo que realmente es, y me agobio. De hecho, comencé a pensar que si confundí lo de lavar la lavadora fácilmente podría haber confundido lo de esperar unos minutos. Y entonces me impacienté. Y abrí mejor la reja y me aventuré a entrar a la casa, para comprobar lo que había escuchado. 

Como la puerta estaba cerrada caminé por un costado de la casa y llegué al patio. Ahí había un ventanal y a través del vidrio la vi a ella, sentada mientras hablaba con alguien, por teléfono, sollozando, llorando despacito por algo que yo no podía saber. Y sí, reconozco que me acerqué imprudentemente y quise preguntarle qué ocurría, o reclamarle sobre lo que me había dicho sobre la lavadora, pues en ningún caso estaba ella lavando la lavadora (a no ser que lavar la lavadora sea una metáfora para llorar despacio, mientras se habla por teléfono, sobre algo que no sé). 

Lo demás usted lo sabe así que mejor no se lo cuento. Pusieron intenciones en mí que no eran mías y me despreciaron por eso. Incluso exageraron mis acciones. Me sentí humillado, de cierta forma. Esa es la verdad. Y es que nada de esto fue culpa mía y usted lo sabe. Espero pueda dar fe de mí y de mis intenciones si alguien se lo solicita.

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