domingo, 15 de noviembre de 2020

Piezas imperfectas.



Aclaro en primer lugar que el título está mal. 

Las piezas son perfectas. 

Pienso en Liszt, por ejemplo. 

Sus composiciones. 

Todas ellas, o casi todas. 

En el papel, digamos. 

Como partituras. 

Esas piezas son perfectas. 

Incompletas, tal vez, pensando en que carecen de ejecución. 

Ya ejecutadas -me limito a pensar en Liszt, interpretándolas-, puede que hablemos de perfección. 

Variación de intensidad, digamos entre una ejecución y otra. 

Emocionalidad pura, pero apego irrestricto al tempo. 

Supuestamente Paganini era similar, según dicen. 

Sigo pensando en la ejecución en este punto. 

Y sigo algo lejos, por cierto, del título de este escrito. 

Piezas imperfectas. 

Y es que yo quería hablar, en un principio, de algunas ejecuciones rechazadas. 

Esas en que no se respetó la partitura original. 

Grabaciones, por ejemplo, desestimadas por una serie de imperfecciones que atentaban supuestamente con la pieza original. 

A veces basta con fijarse en el tiempo de ejecución. 

Diez minutos más que la ejecución estándar. 

Siete u ocho minutos menos. 

Desechadas por ese indicador se agrupan cientos de grabaciones. 

De vez en cuando algunos sellos las liberan, o las publican incluso, cuando el artista ejecutante ha alcanzado, posteriormente, cierto renombre. 

Hace tiempo conseguí algunas. 

Las escucho, de vez en cuando, en días imperfectos. 

Podría mencionar algunas y tratar de describir con cierto encanto un par de ellas. 

Pero tampoco es eso, exactamente, de lo que quería hablar. 

El agua cae sobre las piedras, cuando llueve.

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