lunes, 11 de junio de 2018

Mi tío Juan dice que murió seis veces.


Mi tío Juan dice que murió seis veces.

Lo dice tan serio que yo le creo.

Se acuerda de cada uno de sus decesos con total detalle.

Siempre que nos juntamos, en casa del abuelo, él los narra.

De hecho, trata de ser original con la forma de presentarnos sus historias.

Con su primera muerte, por ejemplo, él hizo una canción.

Con la segunda un poema.

Con la tercera una serie de dibujos para explicar lo sucedido.

Y así sigue con las otras.

Les contaría de las muertes, pero sinceramente no tengo tiempo.

No para hacerlo al detalle, por lo menos.

Además, de cierta forma, yo creo que sus muertes son secretas.

Él no lo ha dicho, es cierto, pero a veces hay cosas que se sobreentienden.

Su misma esposa, la tía Sofía, ni siquiera sabe de su sexta muerte.

Él solo la ha contado a mi prima Isabel y a mí.

La contó en presencia del abuelo, es cierto, pero el abuelo ya no escucha.

Y es que la tía Sofía se habría puesto triste de haber sabido de esa muerte.

De hecho, nosotros mismos no entendimos bien por qué el tío Juan la había elegido.

Con esa muerte, por cierto, el tío creó una oración.

Una oración media extraña, que habla de un Dios que podría haber hecho felices a todos e hizo feliz a ninguno.

Luego el tío Juan muere –en la oración-, y luego agradece y despierta.

Tras terminar la historia, él nos dice que no podrá contarnos su séptima muerte.

Esa es mía nada más, nos dice.

Yo le creo al tío Juan.

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