jueves, 14 de junio de 2018

En el metro.


I.

Mujer discute con escolar que va sentado en el piso.

La mujer lo increpa y el escolar la ignora.

Entonces otra mujer alega a favor del escolar y un hombre que observaba a un costado respalda a la primera mujer.

El escolar que está sentado en el piso ignora incuso a quien la defiende.

Yo subo el volumen de mis audífonos y escucho a Max Roach, quien de cierta forma –hermosa forma-, nos ignora a todos.


II.

Joven discute por teléfono.

Le dice a alguien que esto no puede repetirse, que está harto.

Luego agrega, en un tono más alto, que hablarán cuando lleguen a casa.

Por último, en varias ocasiones, pregunta airado qué quiere decir con que no estará en casa cuando llegue.


III.

Señora encuentra en el piso una bufanda.

La levanta y pregunta a demás pasajeros de quién es.

Varias veces lo pregunta.

Nadie le responde.

Luego amarra la bufanda al respaldo de una silla.

Juro que veo moverse la bufanda, como si llevase amarrado al otro extremo, un animal imaginario.


IV.

El metro frena bruscamente y, producto de ello, una joven golpea fuertemente a una señora de edad.

La señora de edad, entonces, reprende a la joven airadamente.

Pasan tres estaciones y la mujer no deja de increparla.

Mirándolas bien, desde mi posición, ambas tienen un parecido notable, aunque supongo no lo saben.


IV (B).

En la siguiente estación, al bajarse, otra joven le grita a la señora de edad.

-¡Deje de alegar, vieja amargá…!

La señora se asoma hasta la puerta del vagón, para responderle.


-Dios me pudo haber hecho feliz y no lo hizo. Alégale a él, cabra conchetumadre…

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