viernes, 8 de junio de 2018

8 de junio.

I.

Se me extravió un 8 de junio.

Me doy cuenta hoy, a más de un año.

Como una de esas cosas que no sabemos que perdemos, o que en realidad nunca tuvimos.

Supongo que algo así fue lo que perdí un 8 de junio.


II.

Si pusiera un anuncio diría que perdí algo que no sé.

Sería un anuncio ridículo, pero no más que otros anuncios.

Llegaría gente a preguntarme si aquello que encontraron es lo que yo perdí.

Y yo tendría que revisar todo aquello, aunque supongo que no terminaría jamás de estar seguro.


III.

¿Y si lo que extravié fue en realidad el mismo 8 de junio?

Después de todo, a más de un año, no recuerdo siquiera si lo viví.

No tengo huellas en mi cuerpo ni puedo ya rastrearlo en mi memoria.

Tal vez nunca existió el 8 de junio.


IV.

No pensé que lo diría, pero asusta encontrar vacíos.

Como si me hubiera dormido el 7 y hubiese despertado el 9 sin que nadie se diera cuenta.

Podría pasar, sin duda, en mi condición.

Y luego, a más de un año, yo me haría preguntas, y buscaría con ellas tapar la superficie de una grieta.


V.

Mi yo del 8 de junio cayó tal vez por una grieta.

O tal vez se lanzó por una grieta... ¡vaya uno a saber!

A lo mejor hizo un sacrifico para salvar al que hoy día soy y no lo reconozco.

Alguien toca a la puerta de ese día, y nadie viene a abrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales