martes, 26 de junio de 2018

Bocinas.


Cuando cruzo la calle me tocan la bocina.

Generalmente porque la cruzo en cualquier parte y no me preocupo demasiado.

A veces vienen tan rápido que no me alcanzan a ver o lo hacen demasiado tarde.

Una vez, por ejemplo, un camión ni siquiera alcanzó a tocar la bocina.

En esa oportunidad, el camión terminó sobre mí y causó gran alboroto.

Era un camión rojo, que transportaba latas en conserva.

Me dieron por muerto, pero finalmente solo quedé postrado y perdí una pierna.

Creo que fue la izquierda.

Dudo porque en el espejo me parece que uno ve las cosas a la inversa.

Y claro, yo me veo en el espejo.

Hay una enfermera que me ubica frente a uno casi todas las tardes.

A veces la oigo discutir porque hay gente que no quiere, que yo me vea en el espejo.

Creo que es mi madre la que llora, cuando habla de aquello.

Por las noches, sin embargo, nadie llora, pero escucho las bocinas.

Generalmente me las tocan a mí mismo, cuando intento cruzar la calle, sin dar aviso previo.

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