lunes, 18 de junio de 2018

Ellas.


Como soy profe y las chicas no sueltan el poder por estos días, han revisado las lecturas domiciliarias que he dado mientras tenía una pistola al cuello. Tras comprobar que incluso había mayoría de autoras entre las lecturas todo se apacigua, de momento, aunque no me fío.

Ya en casa reviso la biblioteca y me fijo que mi mayor cariño también es por ellas, más allá de los periodos en que prácticamente no se les dejaba escribir, pues no tengo en esos casos mucho espacio a elección.

No tengo tiempo para ahondar en esto, aunque supongo que alguna vez lo he hecho, enamorándome a mi manera por algunas o al menos sintiendo un afecto especial por la mayoría de ellas.

Hoy lo recordaba cuando las chicas me hicieron nombrar las diez autoras que considerara más valiosas y no pude con solo diez y hasta me sentí mal de olvidarme de algunas que se enojaron conmigo mientras volvía a casa.

-Clarice Lispector, Flannery O´Connor, Emily Dickinson, Banana Yoshimoto, Carson Mc Cullers, Violeta Parra, Patricia Highsmith, Virginia Woolf, Amelie Nothomb, Yoko Ogawa, Doris Lessing, Irene Nemirovsky, Dorothy Parker, Alice Munro…

-Ya profe. Pare. Se puede ir… -me dijeron.

Y yo me fui, por supuesto, aunque seguí agregando algunos nombres intentando no pensar en posiciones, porque así como el valor trasciende los géneros, trasciende también los números, y entendí por un momento que tal vez la poligamia, desde el corazón, era posible. Y hasta volví a creer un poco, mientras viajaba apretado en el metro, en la posibilidad del amor de Dios.

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