viernes, 15 de junio de 2018

Caballos.


El caballo que vi sacrificar cuando tenía cinco años.

El gran caballo de madera, supuestamente ideado por Ulises.

El caballo del que cae Saulo, cegado por una luz.

Los sufrimientos de Kolstomero, en esa novela con dibujos en acuarela.

El cansancio de Katie, mientras huía con Jesse James.

La muerte que quedaba tras las pisadas de Othar.

Los caballos de ajedrez, que intenté, alguna vez, tallar a mano.

El caballo que fue atacado por una jauría, cerca de Hornopirén.

Artax hundiéndose en un pantano.

El caballo sobre el que Munchaussen saltó un barranco sosteniéndose de su propio pelo.

El caballo de mar que alguien creyó mítico y que descubre de pronto frente a frente en un acuario.

El cuento de Carver en el que aparece un caballo en el patio de una casa.

El caballo a cuerda que estaba en un museo del juguete en Praga.

Las imágenes de El caballo de Turín, de Bela Tarr.

El caballo que cargaba carbón en un sector de Lota.

Los caballos desbocados, de Mishima.

El caballo de porcelana que quebró un niño en una exposición.

El caballo pintado en una caverna, hace millares de años.

El caballo que vi sacrificar, hace apenas unos días.

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