sábado, 22 de junio de 2013

¿Morirse para el mundo?

“Del mismo modo que en la terminología cristiana
la muerte expresa también la peor miseria espiritual,
aun cuando la curación misma sea morirse,
morirse para el mundo”.
Kierkegaard.



¿Morirse para el mundo?

¿Para qué más puede uno morirse, señor Kierkegaard?

Porque claro, no es que desconozca esa enfermedad de muerte, de la que tan bien habla usted.

Pero.

¿Me permite usted un pero?

Es que ocurre que le doy vueltas al asunto y creo que usted me engañó un poco.

Es decir: todo tan bien expresado y uno tan difuso…

Así, no resultó extraño que quisiese quedarme en sus palabras.

Guardarme incluso, en sus palabras.

En las trincheras del secreto de la desesperación, pensaba entonces.

Ahí se podía estar seguro, imaginaba.

Y claro… todo parecía un poco menos trascendente.

¿Morirse para el mundo…?

Eso ni importaba, casi.

Y es que esa no era la enfermedad mortal, según usted, señor Kierkegaard.

Y quizá me confié un poco.

Y bueno… quizá hasta me morí para el mundo, pensando que no importaba.

No sé si me entiende…

No es que lo culpe, pero al menos usted me hizo creer que un abismo era un refugio.

¿Va a decirme ahora de que otra forma puedo morir, señor Kierkegaard?

¿Va a decirme cuál es esa otra vida que todavía permanece?

Espero una respuesta.

1 comentario:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales