Te hacen creer que es sencillo. Que es cuestión de
juegos, que era un niño. Enumeran una y otra vez los elementos: una casa sola, un refrigerador nuevo y un niño. La
noticia es simple. El niño queda solo. El niño se esconde en el refrigerador
nuevo. La puerta no se abre. Ha pasado otras veces, claro. Recuerdo alguna situación
similar hace años. En las noticias también lo recuerdan. Los mismos elementos,
me refiero. El refrigerador imponente, como una nave. Una puerta que no se abre
desde dentro. El niño acurrucado como en un útero robótico. En tv, incluso,
diseñan un esquema, para explicar la situación. Un dibujo tridimensional, lo
llaman. Y yo observo, por supuesto. Con todo, lo que no consigo situar es la
idea de escondite. Es decir, ¿de quién se esconde un niño solo? Porque claro,
todo lo demás es sencillo. Sicólogos que cuestionan la responsabilidad de los
padres. Escenas del funeral. Algunas opiniones sobre el cuidado de los niños. Todas
esas cosas que esconden el verdadero problema bajo la alfombra. El abismo bajo
la alfombra, incluso. Porque el problema, como sabemos, es más amplio. Más
complejo. Más difícil de nombrar. Y es que acaso, ¿sabe usted de quién se
esconde un niño solo? ¿Sabe usted si dejamos, nosotros, de escondernos…? Se lo
pregunto porque la puerta no se abre, desde dentro, como creíamos. Y claro, las
respuestas no llegan, tampoco, desde ese mismo sitio…
Te hacen creer que es sencillo, sin embargo...
Que es cuestión de juegos, me refiero.
Somos niños.
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