lunes, 3 de junio de 2013

Fiesta de disfraces.


*

Un amigo no muy cuerdo va a una fiesta de disfraces.

Lo sé porque estuve tomando con él, antes que fuera, y porque no quise acompañarlo.

-¿No te gustan los disfraces? –preguntó.

Yo le aclaré que no me gustan las fiestas, simplemente.


*

Luego que él se fuera estuve recordando.

Y lo cierto es que sí asistí varias veces a fiestas de disfraces.

Siempre por error, claro… por lo que debía improvisar algo.

Vengo de borracho….

Vengo de ex pololo…

Vengo como el corazón del mundo, decía.


*

Pero les contaba ahora de un amigo.

De un amigo no muy cuerdo que fue a una fiesta de disfraces.

Sin embargo, supe que lo habían expulsado minutos después de haber llegado.

Entiendo que entró desnudo, aunque no sé bien de qué iba “vestido”.

Quizá de Adán, pensé.

Quizá de sentido común, habría dicho Wingarden.

Tal vez.


*

Prácticamente no me quedan amigos cuerdos.

Todos se disfrazaron demasiado, quizá, y olvidaron el camino.

Con todo, no era por las fiestas, que se disfrazaban…

Y es que tal vez, pienso ahora, esa era su forma de ser honestos.

M., por ejemplo, se disfrazó una última vez, hace poco, luego que tomáramos en un bar de Providencia, como les contaba.


Luego lo metieron a una caja y lo enterraron cuatro metros bajo tierra.

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