Las cosas han cambiado.
De chico el miedo siempre estaba abajo.
Agazapado.
Oculto en un cajón, tras un mueble… o hasta abajo de la cama.
Y es que podías moverte, entonces, sin verlo.
Esperar el día, la luz, me refiero…
Te creías seguro, así, de cierta forma.
Y claro, si bien el miedo existía, era incapaz de mirarte a la cara,
pensabas.
Pero las cosas cambiaron.
Aunque de esto, no nos enteramos del todo.
O no nos enteramos a tiempo, al menos.
Así, resultó que un día descubrí al primer monstruo, sobre la cama.
Un día, claro…
Quizá por eso, no tuve tanto reparo en intentar moverlo.
De hecho, junté fuerzas y empujé hacia los costados.
Pero nada.
Y es que el monstruo no se inmutó y ni siquiera hizo un espacio.
Fue entonces que empecé a fijarme más en la habitación, y en la biblioteca.
Todo estaba repleto de pequeños monstruos.
Monstruos diurnos, me refiero.
Monstruos de esos que antes vivieron escondidos…
Agazapados, como decía en un inicio.
Y claro… pensé entonces en dos opciones:
O el mundo se está volviendo cada vez más oscuro,
O resulta que el sitio de uno, realmente, es debajo de la cama.
Y bueno, no sé si hice lo correcto,
pero preferí esconderme debajo de la cama.
Así me van las cosas…
Escribo a tientas, no pienso mucho.
De noche salgo a ordenar la biblioteca.
(Nada queda muy bien pues no enciendo luces)
Entre los libros, sin embargo, encontré un cuchillo.
Hoy es una de mis pocas posesiones.
Si te escondes debajo de la cama, los monstruos te van a robar la biblioteca.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho mucho eso de descubrir al primer monstruo, sobre la cama.
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