La seguridad de un mundo con taxis a las cinco de la mañana.
Me refiero al silencio y al ahorro de preguntas innecesarias, entre
otras cosas.
Apoyar la cabeza, ordenar ideas, dar una dirección.
Bajo la chaqueta, en tanto, limpiar el cuchillo.
Que la hoja quede limpia, al menos, y que puedas olvidar que hoy la
usaste.
Él, habla de política y comenta una serie televisiva.
De paso, critica un tanto a la sociedad, aunque sin mucha convicción.
No es tan malo el mundo,
comentas.
Ambos ríen, pero tú sabes que él no entiende.
No comprende la ironía, piensas.
Él, entonces, te habla de sus hijos.
Uno toca violín en una orquesta y el otro ganó una beca para un magíster en España.
Parecen buenos hijos.
De hecho, son tan buenos que ya no lo necesitan, determinas.
Estarán bien sin él, me refiero.
Las calles son extrañas a esta
hora, comenta entonces.
Justo antes que el sol salga,
cuando están más vacías.
Y claro… yo miro por la ventana y descubro que es cierto.
Es como alguien que vaciara sus venas, durante el sueño, me digo.
Entonces, él hace un chiste sobre un ovni que sobrevuela la ciudad.
No recuerdo bien la historia, pero hacía referencia a una ciudad vacía.
Es un chiste tan fome que aprovecho la indignación para dar el primer
golpe.
Todo se vuelve confuso y te sientes débil por algún momento.
Débil hasta que recuperas poco a poco cierta sensación.
La seguridad de un mundo con taxis a las seis de la mañana.
Hace tiempo que no pasaba por aca, pero sabes? me da gusto haberlo hecho porque siempre me encuntro con trabajos que em encantan. Saludos.
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