I.
-Cuando era chico me llevaron a ver a mi abuelo, al
hospital. Recuerdo que tenía una especie de manguera que le salía del tórax y
llegaba hasta un balde. Y claro, yo miré el balde y vi que estaba hasta la
mitad con sangre. Entonces, mi abuelo, que se había percatado de la situación,
me llamó cerca suyo y me dijo al oído que no me asustara, que tenía un problema
para digerir el kétchup, nada más, y que lo había comido en abundancia… Yo le
creí.
-Hiciste bien.
-Sí. Supongo que sí. Igual no fue mérito mío. Le
creí sinceramente.
-Mejor aún.
-No sé si mejor. Pasó así, no más.
-Claro, eso digo… mejor que haya pasado así.
-Sí, mejor.
-…
II.
-¿Te acuerdas de la Romi…?
-¿Qué Romi?
-La Romi, la chica esa que nos traía vueltos locos
a todos, antes de salir del colegio…
-¿La del lunar sexi, cerca de la boca?
-Esa misma.
-Sí… ¿Le pasó algo? ¿Es famosa ahora…?
-No, famosa no, pero le ocurrió una desgracia.
-¿Un accidente…’
-Sí… más o menos… o sea, le dio cáncer.
-¿Cáncer?
-Sí. Es extraño. Parece mentira: el lunar sexi de
la chica más atractiva de nuestra generación resultó ser un tumor que le
deformó el rostro.
-¿Tanto así…?
-Sí. Le deformo un lado del rostro y creo que llegó
hasta el paladar. Tuvieron que extirpárselo.
-¿El lunar?
-No, el paladar. Ahora cuando come le sale comida
por la nariz, y el rostro le quedó una mierda.
-Que mal… pero, ¿y el cuerpo?
-El cuerpo lo tiene igual, al menos.
-Sí, es un consuelo.
III.
-¿Te conté que el otro día alguien hizo un rayado
en el portón de mi casa?
-No, no me habías dicho.
-Pues eso… me hicieron un rayado, con unas letras
medias redondas, como de cabro chico.
-¿Decía algo el rayado?
-Sí, pero es absurdo… no lo entiendo todavía.
-¿No me quieres contar?
-No es eso, pasa solo que es absurdo, y que luego
de decirlo no hay mucho que agregar.
-A ver: dilo.
-Es que es extraño y…
-Dilo, no te hagas problemas.
-Jesús se afeita.
-¿Qué?
-Jesús se afeita. Eso dice el rayado. Nada más.
-…
IV.
-La mina era rara, hueón… pero híper rara…
Imagínate que yo estaba tomando, re tranquilo cuando ella se acerca y me dice
que me ponga un anillo.
-¿Un anillo?
-Sí po, hueón, un anillo… O sea, primero me explica
algo sobre mis vibraciones, y me dice que me ponga el anillo…
-¿Y te lo pusiste?
-Sí… no sé bien por qué, pero me lo puse y entonces
ella me dijo que si el anillo se ponía naranjo lo haríamos…
-¿Harían qué?
-Eso po, hueón… tener relaciones… sexo…
-¿Ahí en el bar?
-No sé… no especificó y al final no averigüé…
-¿Por qué?
-Porque el anillo se puso medio púrpura… y creo que
el púrpura no servía…
-¿Por qué…? ¿Qué indicaba el púrpura?
-No sé… No le pregunté. Solo le devolví el anillo y
ella hizo lo mismo con otro hueón.
-¿Y a ese sí le salió naranjo?
-Pues no sé… quizá… la verdad es que no me fijé en
nada más… pero me parece que el hueón igual siguió tomando solo…
-Puta la mina rara, hueón…
-Sí po, esa hueá te decía.
V.
-¿Te conté lo que le pasó a Clay?
-¿Quién es Clay?
-El gringo po, hueón… el que llegó a trabajar a la
oficina…
-Ah, verdad…
-El hueón me contó que una vez estaba borracho en
una playa y que…
-Espera… esa hueá te la conté yo…
-No… Esta hueá es más rara… O sea, el hueón me dio
a entender que una vez que estaba re cagao, y había tomado como pa borrarse o
pa morirse ahí mismo, sobre la arena…
-¡Si te digo que esa hueá te la conté yo…!
-No, hueón. Escucha bien… Clay contó que se quedó
dormido, medio inconsciente, y que de pronto, al amanecer, se despertó al lado
de un enorme cuerpo…
-¡Si es mi historia hueón… y era una mina guatona
que después…!
-¡No… na que ver! Aguanta un poco: Clay se encontró
con eso y apenas podía moverse… pero aún así descubrió en ese bulto un ojo que
lo miraba…
-La guatona po, hueón… con unos ojos así como lujuriosos
y…
-No. Clay se encontró con una ballena varada.
-¿Una ballena parada?
-No, hueón… varada… echada al lado suyo, justo
fuera del agua…
-Chucha.
-Exacto. Eso supongo que dijo Clay… pero el caso es
que la ballena se estaba muriendo y ahí no había nadie, salvo Clay.
-Y la ballena.
-Claro, me refiero a que no había nadie más como
para arrastrar la ballena hasta el agua.
-Ah…
-Así que bueno… Clay me contó que hizo todo lo
posible por arrastrarla, pero estaba aún tan borracho y era un animal tan
grande que al final se quedó al lado de ella, mirando como moría… mirándola a
un ojo, mientras moría.
-¿Y entonces?
-Entonces murió la ballena po, hueón. Y Clay se
vino a Chile.
-¿Y por qué a Chile?
-Porque encontró información sobre esas ballenas… y
decía que podría verlas, en nuestra costa…
-Qué rara la hueá.
-Sí, rara.
-A propósito, ¿te conté que tuve un abuelo que se
accidentó y que le pusieron una especie de manguera que le salía del tórax…?
-¿Y qué tiene que ver con esto?
-Harto po, hueón… mira, ahora te explico.
Me gustó más el primer título, pero está bien adentro. Se parecen a los textos lejaaanos del blog, en el esqueleto. Abrazo.
ResponderEliminarIntentar hallar explicación sobre las cosas que no entendemos y a veces, preferir no haberlas encontrado en su momento...porque duelen...
ResponderEliminarme has hecho pensar...jejejee
Un abrazo