martes, 18 de junio de 2013

A Céline le rompen el cráneo en la primera guerra mundial.


A Céline le rompen el cráneo en la primera guerra mundial.

Y claro, también a otros muchos.

Me quedo con Céline, sin embargo, por los ruidos que sigue sintiendo día a día.

No es que los otros no los sientan –cosa que ignoro-, sino porque el mismo Céline cuenta que eran voces, que se negó a escuchar.

No sé qué querían de mí aquellas voces, dice Céline. Pero me negué a escucharlas pues sin duda les habría obedecido en lo que hubiesen dicho.

Cuenta también Céline que dejó de dormir. De hecho, según consta en los archivos de quienes lo trataron, sus estados de vigilia no se interrumpían por más de diez o doce minutos.

Aún así, Céline estudió medicina durante el día, y dicen que se dedicó a curar a gente pobre, a partir de sus estudios.

Por la noche, en tanto, Céline se dedicó a escribir, y dicen que eso no hizo sino enfermar a la clase más conservadora.

Hoy, sin embargo, todos los enfermos que curó Céline, ya han muerto.

Asimismo –aunque muchos lo nieguen-, cada vez son menos los que leen a Céline.

Además, por lo general, su lectura se encuentra prohibida, por su discurso antisemita.

En una carta escrita a pocos días de su muerte, Céline cuenta que cada día le es más difícil no escuchar las voces y gritos, en su cabeza.

Quizá querían explicarme qué era la felicidad, simplemente. Dice en aquella carta.

Céline murió en un suburbio de París a causa de un aneurisma cerebral.

Igual que otros muchos.

1 comentario:

  1. UNA RESPIRACION PROPIA

    Hemos creado algo juntos.
    Un animal salvaje que duerme
    con los ojos abiertos.
    Una criatura hambrienta y constante
    que se alimenta de luz.

    Hemos creado algo juntos.
    No tiene nombre.
    No es nuestro.
    Esta agitando las horas del mundo.


    AMOR ABISMO

    En el mundo no duermen todo porque ellos no duermen.

    Miradlos: desnudando sus demonios, alumbrando sus llagas vivas. Se retuercen de esperanza y origen, se abren los ganglios del temor hasta encontrarse la caricia limpia, desprovista de atroces leyes.

    Miradlos: parecieran dos, pero la grieta que les divide es un accidente de otros tiempos que ellos no vivieron.


    David Eloy Rodriguez

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