sábado, 24 de febrero de 2024

Una mancha en el ascensor.


Ella vivía en el piso 12.

Obviamente, cuando la visitaba, subía por el ascensor.

El ascensor era muy moderno y de última tecnología.

Esto se traducía en alta velocidad, vibraciones mínimas y un silencio casi absoluto.

Extrañamente, entre la pulcritud del ascensor se hacía notar una mancha en la parte alta de uno de sus costados.

Era una mancha pequeña en todo caso, que estaba justo en el borde con el cielo del ascensor y supongo que habrá pasado desapercibida para muchos.

Tras mirarla varias veces, en mi caso, comencé a ver un rostro en aquella mancha.

No muy nítido, por supuesto, pero cada vez que tomaba el ascensor observaba aquella mancha intentando reconocer aquel rostro.

Probablemente se asemejase a alguien famoso, pensaba, pero el viaje en ascensor era tan corto que no podía detenerme a observarla con detenimiento.

-Yo no veo ningún rostro -me dijo ella, cuando le intenté mostrar-. Una mancha sí, pero solo con forma de mancha.

-Mírala desde acá -le dije-, tiene la nariz un poco hacia arriba…

-Hmm… puede ser -aceptó ella, pero entonces ya debíamos bajar.

Insistí unas cuántas veces más y le sacamos fotos incluso, intentando recordar a qué rostro se asemejaba.

Pero en las fotos no se notaba bien, solo podías verlo bien en el juego de luces que se hacía en el breve intervalo en el que el ascensor estaba en movimiento.

-De todas formas el problema no es “reconocer un rostro” -me dijo ella, una vez-. En el fondo todo se trata de interpretar aquello. Y no puedes forzar la interpretación. Si no logras relacionar aquello con alguien específico déjalo y ya está…

Como la noté algo molesta preferí asentir y dejarlo hasta ahí.

De hecho, tras reflexionar un poco, acepté que estaba obsesionado con aquello e hice lo posible por no pensar más en esa mancha.

La última vez que fui, de hecho, recuerdo que preferí usar las escaleras, para evitar volver sobre ese asunto.

Así y todo cuando hoy recuerdo aquella época (12 años atrás, aproximadamente), lo cierto es que me acuerdo perfectamente de la forma de la mancha del ascensor, mientras que el rostro de ella se ha desdibujado casi por completo.

-Siempre mientes un poco para decir la verdad -me dijo una vez.

Es extraño, pero no recuerdo si me lo dijo como si fuese una virtud, o a modo de reproche.

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